Retorno a Brideshead

Evelyn Waugh (Londres, 1903 - Somerset, 1966), de igual modo que otros novelistas ingleses conversos al catolicismo, como C.S Lewis en Crónicas de Narnia o Tolkien en El Señor de los Anillos, encontró en su nueva fe el tema central de sus obras. Éste es el caso, sin duda, de Retorno a Brideshead. Escrito entre 1944 y 1945, durante la convalecencia por un accidente de paracaidismo durante la II Guerra Mundial, busca, tal como manifiesta en el prólogo, cómo influye la gracia divina en un grupo de personajes muy diferentes entre sí. El protagonista es Charles Ryder, un joven agnóstico que conocerá en Oxford a Sebastian Flyte, el pequeño de una aristocrática y católica familia. Sus miembros no son santos de cartón piedra, son hombres débiles y pecadores que encontrarán de una u otra manera a Dios.
Sebastian, uno de los personajes más atractivos de la literatura del siglo XX, es un joven hedonista, "enamorado de su propia infancia" y alcohólico. Abrirá las puertas a Charles de Brideshead , el palacio de la familia. Mantendrá una íntima relación con él en Oxford, sin que quede claro que mantengan relaciones homosexuales. Éstas parecerán más evidentes con un alemán lisiado huido de la legión extranjera al que acogerá en su casa en Marruecos. Sebastian acabará atrapado por su alcoholismo acogido en un monasterio de donde escapará de vez en cuando para beber. Cordelia, la hermana pequeña, en una conversación con Charles, lo retratará como una especie de santo borracho.
Julia, hermana de Sebastian, abandonará la fe para casarse con Rex, un advenedizo obsesionado con el poder y el dinero: "algo absolutamente moderno y al día, que sólo esta época espantosa podría producir. Un trocito muy pequeño de hombre que juega a ser hombre entero". Años después, se unirá a Charles, entonces casado, y convivirá con él en Brideshead planeando divorciarse para poder casarse. Sin embargo, con el regreso de un moribundo Lord Marchmain, los acontecimientos llevarán finalmente a Julia a la conversión: "Siempre he sido mala. Es probable que vuelva a ser mala, y volveré a ser castigada. Pero cuando peor soy, más necesito a Dios. No puedo estar fuera del alcance de su misericordia".
Lord Marchmain, el padre, se convirtió al catolicismo al casarse y lo abandonó al separase. En su lecho de muerte, surge la duda de darle la Extrema Unción; Charles y el médico en contra, Julia y la amante de Lord Marchmain a favor. Finalmente, mientras la recibía, Charles, al ver al sacerdote hacer la señal de la cruz, se arrodilló y rezó: "Oh, Dios, si existe un Dios, perdónale los pecados, si existen los pecados"... lord Marchmain desde su inconciencia moribunda se persigna. Charles afirma: "entonces supe que la señal por la que había orado no era tan insignificante, y me acordé de una frase de la infancia acerca del velo del templo que se rasgaba de par en par."
Charles creyó en Brideshead "estar muy cerca del Paraíso". Será un observador sorprendido de la religiosidad de la familia Flyte desde su agnosticismo. Al final de la novela, rondando los 40 años, durante la Segunda Guerra Mundial, el destino le llevará de nuevo a Brideshead; allí se acercará a la capilla y ante la lámpara "encendida delante del altar", rezará una oración recién aprendida.

Derecho a la vida - Sobre la dignidad del no nacido



La cosa es clara, todos tenemos derecho a la vida. Sin embargo la Ley lo niega. La legislación española reconoce el aborto como derecho, es decir, considera un derecho matar al ser humano que se desarrolla en el vientre materno. ¿Cómo puede ser?
Consideremos que unos padres matan a su hijo de sólo 5 días; serían reos de infanticidio con agravante de parentesco. Si razonablemente pensásemos que deben ser juzgados, ¿alguien se atrevería a decirnos que lo que queremos es meter mujeres en la cárcel?
Y es que, para defender el aborto, hay que considerar que el no nacido tiene un valor menor, que es un no sé que. Pero cuando lo valoras en lo que es, un ser humano en el inicio de su vida, completamente dependiente pero completamente individual, ¿cómo no escandalizarse ante su desprotección?
Desde que nos concibieron ya éramos Vida. Qué adulto considera que entonces, a él, sí, a él mismo, su madre tuvo derecho a decidir sobre si matarlo o no. Sólo pensarlo es demoledor, nuestra propia madre se nos convierte en un juez despiadado.
1.000.000 de muertos en China nos pueden resultar menos perturbadores para disfrutar de nuestro desayuno que un dolor de cabeza. Así somos. Si quitamos valor al niño antes de nacer es porque no lo vemos, porque no hemos alcanzado a amarle, porque no lo hemos hecho nuestro. Sí, como todo, es una cuestión de Amor.
Y lo curioso es que en nuestra época, las ecografías nos acercan a ese ser, al poco de ser concebido, para que nuestros pobres sentidos puedan reconocerlo y empezar a amar a ese "puñado de células". Todos mostramos orgullosos esas imprecisas imágenes de nuestros hijos porque sabemos que son un tesoro. Pues ese tesoro no tiene garantizado el derecho a la vida, pues tenemos derecho a ser verdugos.
Todo concebido tiene dignidad. Y esa dignidad inicial se concreta en un derecho básico, el derecho a la vida. Y ese derecho lo tiene por él mismo, por su calidad de ser humano. Ningún hecho externo, ninguna justificación, el ser deseado o no, rebaja su dignidad, rebaja su derecho.
El Hombre siempre se justifica; siempre justificamos nuestros homicidios, nuestros robos, nuestras mentiras. Y al justificarnos nos hacemos débiles, nos hacemos menos libres. Sólo al reconocernos tal como somos, sólo al tener valor de aceptar nuestra realidad, vivimos libres. Y es que en la Libertad y en el Amor es donde nuestra natural dignidad alcanza su pleno significado.
Un día, espero que no lejano, la sociedad descubrirá que la vida siempre es valiosa, que es siempre digna y que debemos ser valientes.

La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza, admírala.
La vida es beatitud, saboréala.
La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózala.
La vida es un misterio, desvélalo.
La vida es promesa, cúmplela.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es un combate, acéptalo.
La vida es una tragedia, domínala.
La vida es una aventura, disfrútala.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es la vida, defiéndela.
Teresa de Calcuta

P.D.: Una nota sentimental. Uno de mis hijos es adoptado. En su madre biológica concurrieron muchas de las justificaciones que se dan para abortar. Sin embargo, tuvo el niño y, al poco de nacer, renunció a él para que pudiera ser dado en adopción. Hoy, cuando veo sus hermosos ojos verdes, doy gracias porque la mujer que lo trajo al mundo fue tan valiente y tan libre que hasta logró renunciar al hijo de sus entrañas para darle a éste la oportunidad de vivir. Gracias.

Juan Pablo Navarro
maratania@maratamia.es 

El Padre Nuestro y el Ave María



El Padre Nuestro y el Ave María son las oraciones cotidianas de cualquier católico. Aquí quiero reflexionar sobre ellas en paralelo.

Padre Nuestro que estás en el Cielo - Dios te salve María
El saludo a María nos acerca a Dios aquí, a nuestra vida, a nuestra realidad. Dios no está alejado, está presente en nuestras vidas.

Santificado sea tu nombre - Llena eres de gracia
El plan de Dios entra de lleno en María. El que Es, el Santo, colma a María de su santidad.

Venga a nostros tu Reino - El Señor está contigo
El Reino de Dios, se hace relidad completa en María. El Reino de Dios habita en los corazones de los que aceptan la Palabra del Padre como María.

Hagase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo - Bendita tu eres entre todas las Mujeres
María es bendita porque en ella se une su voluntad a la de Dios para que su plan salvífico llegue a termino.
Danos hoy nuestro pan de cada día - Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús
Jesús, nuestro pan, se nos ofrece como Palabra y como Eucarístía. El pan cotidiano y necesario, fruto de nuestro trabajo y Jesús, nacido de María, se hacen regalo diario.
Perdona nustras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden - Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores
María es nuestra valedora para que vivamos en el Perdón

Y no nos dejes caer en la Tentación y libranos del mal - Ahora y en la hora de nuestra muerte
La imploración para librarnos del pecado y para que nos libre del Malo encuentran en María su mejor defensora. Ahora y cuando nos llegue la muerte, bien física, bien espiritual.


Juan Pablo Navarro
maratania@maratania.es