Shahbaz Bhatti y el tiempo del perdón

http://maratania.files.wordpress.com/2011/04/shahbaz-bhatti.jpg“Rezad por mí y por mi vida. Soy un hombre que ha quemado sus barcos, no puedo y no quiero retroceder: voy a luchar contra el extremismo y defenderé a los cristianos hasta la muerte”
Se llamaba Shahbaz Bhatti, una lluvia de tiros lo mataron. Lo mataron unos hombres piadosos. Él lo sabía. Era el ministro para las minorías religiosas de Pakistán y había recibido numerosas amenazas de muerte por su intento de derogar la ley sobre la blasfemia, que condena a muerte a quien insulte el Islam o al profeta Mahoma. Era uno de estos raros políticos que consideran que el poder no es para dominar sino para servir; y eligió servir a los débiles y, entre ellos, a la más débil: una mujer, una madre, una prisionera, católica como él, Asia Bibi, condenada a muerte por esa ley.
Sí, él sabía que lo iban a matar y, el 2 de marzo de 2011, ocurrió. Sí, él lo sabía y, por eso, dejó un mensaje para después de su muerte: “Sólo busco un sitio a los pies de Jesús… me consideraría un privilegiado si (por ayudar a los necesitados, los pobres y los cristianos perseguidos de Pakistán) Jesús quiere aceptar el sacrificio de mi vida.”
Sin duda, Caín era un hombre piadoso, de esos que creen que Dios le debe algo por ello. Pero ya sabéis que, entre Caín y Abel, las cosas no fueron bien. Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. Su vida futura sería el exilio; y él, que se había hecho señor de la vida de su hermano, temía por la suya:
“Mi culpa es grave y me abruma. Si hoy me haces extranjero en esta tierra, tendré que ocultarme de ti, andando errante y perdido por el mundo; el que tropiece conmigo me matará.
El Señor le dijo: El que mate a Caín lo pagará siete veces.
Y el Señor marcó a Caín, para que, si alguien tropezaba con él, no lo matara.”
Caín no busca el perdón, vive en una angustia que le abruma y ve, en los demás, asesinos como él que no respetarán su vida. Sin embargo, Dios no sólo no ejecuta al asesino de Abel sino que, tras mostrarle que sin Él sólo se vive como un ser errante, le brinda su protección. ¡Qué idea de Dios tan sorprendente la que tenía este escritor de hace más de 2.500 años! No es de extrañar que la asociación contra la pena de muerte vinculada al Partido Radical italiano se llame “Nadie Toque a Caín”.
El autor del Génesis imaginó un mundo perfecto en sus inicios, sin violencia, un mundo en el que, incluso, todos eran vegetarianos:
“Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento. Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde”.
Sin embargo, ese mundo idílico se había roto. Entre los descendientes de Caín está un malvado llamado Lamec. Esta es su justicia:
“Yo maté a un hombre por una herida, y a un muchacho por una contusión. Porque Caín será vengado siete veces, pero Lamec lo será setenta y siete”.
Su justicia es una cruel venganza. Aquí resume el Génesis el punto más bajo de la humanidad.
Siglos después, un hombre joven recorrió los campos de Israel proponiendo el perdón como el centro de su doctrina: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces? Jesús le respondió: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18, 21-22). A Él también lo mataron unos hobres piadosos. Sí, Él lo sabía. Y, en su muerte, tal como lo narra Lucas, también estaría el perdón en el centro:
Lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen… Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: ¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino. Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.”
Sí, él ofrecía un perdón gratuito y perdonaba a todos porque no sabían lo que hacían. Cómo no perdonar al que camina a ciegas y derrumba todo lo que con él se tropieza porque sin Luz sólo se puede caminar errante.
Paul Bhatti, el hermano de Shabazz, ha dicho: “No he dudado en perdonar a los asesinos… para un cristiano, es un paso necesario para combatir el odio”.

Juan Pablo Navarro
maratania@maratania.es

Los sentidos de la Semana Santa sevillana

http://maratania.files.wordpress.com/2011/04/nazarenos.jpgEl Arte ha buscado siempre alcanzar una obra que satisfaga a todos los sentidos y al espíritu. En la Semana Santa sevillana se encontró ya hace decenios. La vista alcanza a contemplar la belleza de las imágenes, el colorido de la procesión, la emotiva danza de los pasos. El oído se recrea en los sones de la música, en el arrastrar de los pies de los costaleros, en el cantar de las saetas. El olfato huele las flores, el incienso y la cera, mientras el tacto siente como los labios besan la madera de vírgenes y cristos, el roce de la bulla y la piel se emociona en un momento eterno. Hasta las torrijas, los pestiños y la comida de cuaresma deleitan el sentido del gusto.
A este arte total lo redondea la necesaria participación activa del público fiel que las contempla en silencio o bullicioso, sentado o de pie, quieto o moviéndose con la multitud. Unido a la cofradía como devoto o espectador, orante o festivo, como simple curioso o colmado de pasión.
Y qué decir del espíritu. Todo serìa una simple pantomima si la representación que se lleva a cabo no recordara el hecho religioso de la muerte de Cristo. Todo sería vacío si las imágenes no le simbolizaran a Él. Todo sería falso si los actores de la Semana Santa no creyesen esta realidad de fe. Esto es de tal manera, que esta religiosidad impregna la actitud del cristiano y, también, la de todos aquellos que acuden a la Semana Santa movidos por la tradición, la experiencia del rito o la belleza de las procesiones.
La Semana Santa es así un completo goce de los sentidos, una simbiosis entre actores y espectadores, una forma única en que toda una ciudad, Sevilla, se une ante un hecho religioso para creerse y crearse cada año con ritos centenarios y, a su vez, llenos otra vez de novedad, de fe y de amor. Es la conmemoración plena de la muerte de Cristo y la expectativa, ya festiva, de su Resurrección.

Juan Pablo Navarro
maratania@maratania.es

¿Qué probó su muerte?

Hoy es Viernes Santo. Cristo ha muerto en la cruz. Su muerte era la prueba que necesitaban para desenmascararlo. El poder religioso de Israel se alió con el poder político de Roma y lo crucificó. Habían ganado. Dios no había venido en su ayuda para bajarlo de la cruz. Estaba claro, era un falso profeta y ellos tenían razón. La razón del poder había triunfado. La muerte lo había probado. Ese hombre que había predicado un Reino de Dios que habitaba en el corazón de cada hombre, que había ofrecido el perdón y el servicio de unos a otros como los signos visibles de su reinado, había sido derrotado.
Cristo había muerto gritando el salmo 22, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? El silencio de Dios se hace expreso en su boca. Pero a los tres días resucitó. El Dios débil, muerto solo en la cruz a manos del dominio de los hombres, había cambiado el sentido de la humanidad: el mal, el sufrimiento y la muerte ya no eran la última palabra, causa de vacío y de desesperación. El amor, el perdón y la vida eterna era el tesoro que tendríamos que compartir una humanidad de hermanos.
Para muchos, la muerte sigue siendo la prueba del fracaso. Como Pilatos, creen que la Verdad es inalcanzable y es mejor confortarse con las cosas de aquí, sobre todo la más golosa, dominarnos los unos a los otros. Para otros, Cristo reina desde entonces y buscan vivr confiados en Él porque ya nos salvó. Desde entonces, una pregunta nos acucia ¿Creemos en la muerte que dio razón al poderoso o en la resurrección que justificó al débil?
Así concluye el salmo 22:
Todos los confines de la tierra
se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos
se postrarán en su presencia.
Porque sólo el Señor es rey
y él gobierna a las naciones.
Todos los que duermen en el sepulcro
se postrarán en su presencia;
todos los que bajaron a la tierra
doblarán la rodilla ante él,
y los que no tienen vida
glorificarán su poder.
Hablarán del Señor a la generación futura,
anunciarán su justicia
a los que nacerán después,
porque esta es la obra del Señor.

Juan Pablo Navarro
maratania@maratania.es
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