¿Qué probó su muerte?

Hoy es Viernes Santo. Cristo ha muerto en la cruz. Su muerte era la prueba que necesitaban para desenmascararlo. El poder religioso de Israel se alió con el poder político de Roma y lo crucificó. Habían ganado. Dios no había venido en su ayuda para bajarlo de la cruz. Estaba claro, era un falso profeta y ellos tenían razón. La razón del poder había triunfado. La muerte lo había probado. Ese hombre que había predicado un Reino de Dios que habitaba en el corazón de cada hombre, que había ofrecido el perdón y el servicio de unos a otros como los signos visibles de su reinado, había sido derrotado.
Cristo había muerto gritando el salmo 22, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? El silencio de Dios se hace expreso en su boca. Pero a los tres días resucitó. El Dios débil, muerto solo en la cruz a manos del dominio de los hombres, había cambiado el sentido de la humanidad: el mal, el sufrimiento y la muerte ya no eran la última palabra, causa de vacío y de desesperación. El amor, el perdón y la vida eterna era el tesoro que tendríamos que compartir una humanidad de hermanos.
Para muchos, la muerte sigue siendo la prueba del fracaso. Como Pilatos, creen que la Verdad es inalcanzable y es mejor confortarse con las cosas de aquí, sobre todo la más golosa, dominarnos los unos a los otros. Para otros, Cristo reina desde entonces y buscan vivr confiados en Él porque ya nos salvó. Desde entonces, una pregunta nos acucia ¿Creemos en la muerte que dio razón al poderoso o en la resurrección que justificó al débil?
Así concluye el salmo 22:
Todos los confines de la tierra
se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos
se postrarán en su presencia.
Porque sólo el Señor es rey
y él gobierna a las naciones.
Todos los que duermen en el sepulcro
se postrarán en su presencia;
todos los que bajaron a la tierra
doblarán la rodilla ante él,
y los que no tienen vida
glorificarán su poder.
Hablarán del Señor a la generación futura,
anunciarán su justicia
a los que nacerán después,
porque esta es la obra del Señor.

Juan Pablo Navarro
maratania@maratania.es
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