Hoy es Sábado Santo y Cristo ha descendido a los infiernos, es decir, ha compartido la experiencia de la muerte.
Hablaba el otro día en ”Los Límites del Amor"
de nuestra incomunicación, de nuestra íntima soledad que nos frustra la
plenitud y sobre la esperanza en poder algún día colmarla. Así, en esta
día en que Cristo muerto reposa en el silencio de la muerte, creemos
que, entonces, accedió a ese reino oscuro, allí donde estaba la más
profunda soledad, la más profunda incomunicación, y lo llenó con su Luz y
nos abrió la puerta de la eternidad.
Y así, confiamos en que la muerte ya no es negrura, ya no es soledad
sin fin, ya no es la nada; y que, cuando llegue nuestra hora, un rostro
que es Amor nos acompañará para atravesar esa puerta y alcanzar la
eterna, la infinita, la plena Luz de Dios.
Juan Pablo Navarro
maratania@maratania.es
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